Las ciudades son cada vez más grandes. Naciones Unidas señala que para 2050 más del 70% de la población humana, vivirá en los centros urbanos. Actualmente en nuestro país solo el 20% de la población sigue viviendo en zonas rurales, pero a pesar de todo esto, el concepto de ciudad inteligente aún es un gran desconocido para la mayoría. Este aumento continuado de la población hacia un mismo área puede provocar desequilibrios sociales, espaciales y ambientales si no se toman las medidas adecuadas antes de tiempo. En este innovador escenario es donde surge este nuevo concepto de smart city. Sin embargo, aunque ya se está empezando a hablar bastante sobre este concepto, existen muchas personas a las que su significado aún no les es del todo familiar.
Smart City o ciudad inteligente, se puede definir como aquella urbe que aprovecha al máximo los beneficios de las tecnologías de la información y la comunicación con el fin de dotarla de los mejores servicios urbanos y así elevar la calidad de vida de sus ciudadanos.
Esta podría ser una definición estricta del término. Pero según el estudio elaborado por el Instituto de Ingeniería y Tecnología (IET), a pesar de las inversiones por parte de gobiernos y autoridades, sigue existiendo un desconocimiento generalizado sobre los beneficios y las posibilidades comunicativas, energéticas y de optimización de recursos que tienen estas ciudades. Sin ir más lejos, existe un alto porcentaje de la población española que no sabe que las ciudades de Mérida, Santander o Burgos son ciudades inteligentes. Y es que ya hay urbes de nuestro país, que ya se han puesto las pilas en lo que a inteligencia urbana se refiere.
Madrid o Barcelona, como no podía ser de otra manera, también están trabajando para ser referentes mundiales en el campo de la innovación y la era digital. Entre las innovaciones y mejoras que se quiere implementar, están, entre otras muchas cosas, lograr una iluminación más eficiente, gestionar residuos de la manera más eficaz posible o mejorar de manera significativa la calidad de vida de sus habitantes. Se habla de unas mejoras hasta el punto de que podrían anticiparse a las propias necesidades de los ciudadanos y solventar cualquier imprevisto que pudiera surgir. (Entiéndase por ejemplo una posible catástrofe natural, minimizando sus posibles daños.) Iñigo de la Serna, Presidente de la Red Española de Ciudades Inteligentes, asegura que el empeño de un gran número de ciudades españolas sumado al papel impulsor que ha adoptado la Administración General del Estado, ha sido lo que ha impulsado a los primeros puestos a estas ciudades, situándolas, incluso, al mismo nivel que Reino Unido o Italia.
Uno de los ejemplos, que señala de la Serna, de las posibilidades que implica ser una ciudad inteligente, sería que si se produjera un hundimiento de la calzada, se activarían automáticamente los mecanismos necesarios, como por ejemplo que se cambiarían los semáforos, para, como hemos mencionado anteriormente, minimizar al máximo mayores destrozos o posibles pérdidas humanas.
Como bien hemos comentado al iniciar este artículo, en 2050 el 85% de la población mundial vivirá en ciudades lo que provocará grandes núcleos urbanos que tendrán que hacer frente a problemas como el abastecimiento energético, las emisiones de CO2, la planificación del tráfico automovilístico o la provisión de bienes y materias primas, entre muchas otras cosas. Por eso, se vuelve una prioridad el conocimiento y desarrollo de Smart Cities y su implementación en nuestro país. Es hora del cambio y de dar paso a la gran revolución digital que nos acontece.
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Fuentes: Endesa Educa, Infobae, Expansión y TicBeat.
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